La civilización egipcia perduró varios miles de años. Su aislamiento geográfico, al estar rodeada de desiertos, favoreció que durante milenios apenas se produjeran cambios en sus formas de vida y de gobierno. El faraón era considerado como un dios y como tal se reservaba todo el poder. En Egipto, los artistas crearon durante milenios obras de extraordinaria belleza para sus dioses y para acompañar en sus tumbas a los faraones. La religión egipcia daba una gran importancia a la continuación de la vida tras la muerte. La mayor parte de las manifestaciones artísticas estaba destinada a las tumbas de los faraones, intentando reproducir el ambiente que rodeó al difunto en vida. No eran, por tanto, obras para ser contempladas, sino obras que acompañaban el alma del difunto (tesoro de Tutankamon).
Las pirámides
El arte egipcio estaba profundamente influenciado por la religión, la vida después de la muerte y por la exaltación del poder absoluto de los faraones.
Por este motivo, las manifestaciones artísticas más impresionantes del arte egipcio son magníficas y colosales tumbas: las pirámides.
Estas colosales construcciones, que estaban destinadas a albergar la momia del faraón para su reposo eterno, se construían con grandes bloques de piedra que se ajustaban en forma piramidal.
Los Templos
Los egipcios construían templos para que sirvieran de morada para sus dioses. Como creían que sus dioses eran inmortales, los construían de piedra para que resistieran mejor el paso del tiempo. Eran adintelados, es decir, de techos planos sustentados por grandes columnas. Solían tener, además, dimensiones colosales.