Los primeros tiempos (siglos VIII al V a. C.):
La invasión de los dorios provocó un período de conflictos, migraciones de pueblos enteros y destrucción de ciudades. De este modo se inició en Grecia una época oscura que duró hasta el siglo VIII a. C., momento que da comienzo la época arcaica (siglos VIII al V a. C.) de la historia de Grecia. Las características físicas de Grecia, de relieve montañoso, impulsaron a los pueblos griegos hacia la expansión por el mar Mediterráneo para comerciar y guerrear. Otra de sus actividades fue la agricultura (cereales, vid y olivo), cuyos productos utilizaban para comerciar. Poco a poco se fue formando un verdadero imperio colonial helénico, aunque las relaciones de las nuevas ciudades con la península griega fueron simplemente comerciales y culturales. La organización política en la época arcaica estaba basada en las polis. Estas eran ciudades-Estado gobernadas por una aristocracia de grandes propietarios. Este sistema de poder en manos de un grupo privilegiado se denomina oligarquía (gobierno de unos pocos).
La época clásica (siglo V-IV a. C.): Durante la colonización, Grecia chocó con los imperios de Asia Menor, lo que originó las «guerras médicas» contra los persas. Los griegos obtuvieron la victoria gracias al poderío naval de la ciudad de Atenas. A partir del siglo V, comienza la época clásica, en la que Atenas implanta la democracia, basada en la participación política de todos los ciudadanos. En la democracia ateniense los ciudadanos formaban parte de la Asamblea, en la que se decidían la paz, la guerra, los pactos y alianzas: se aprobaban leyes y nombramientos, etc. La participación democrática se negaba a esclavos, extranjeros y mujeres. Del 443 al 429 a. C., Atenas, centro económico, militar y cultural, vivió su «siglo de oro» bajo el mandato de Pericles, imponiendo su hegemonía en la Hélade y siendo, junto a Cartago y Roma, una de las ciudades más importantes del Mediterráneo. Pronto, varias ciudades pretendieron liberarse del poder ateniense, acaudilladas por Esparta y apoyadas por Persia, iniciando así las llamadas «Guerras del Peloponeso» que terminaron con el reconocimiento de la supremacía de Esparta. Pero los continuos enfrentamientos hicieron tambalear la estructura social y económica de las «polis». Mientras tanto, Macedonia, reino influido por la cultura helénica, aunque no heleno, se había dotado de una potente economía y un ejército disciplinado. La batalla de Queronea (338 a. C.), supuso la victoria de Macedonia sobre las ciudades helénicas.
La época helenística (siglos IV-I a. C.): En la época helenística, el rey Filipo de Macedonia conquistó las polis griegas. Con su hijo, Alejandro Magno, se extendió la cultura griega por su enorme imperio. Tras las numerosas conquistas de Alejandro, las ciudades griegas quedaron integradas en un vasto imperio, que muy pronto se fragmentó en reinos independientes. Los generales que se repartieron el imperio de Alejandro e impusieron las formas de gobierno monárquicas: los denominados reinos helenísticos